Asociación para el estudio de temas grupales, psicosociales e institucionales

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El aprendizaje artesanal. E. Irazábal


EL APRENDIZAJE  ARTESANAL 

Emilio Irazábal


         Buenos días a todas y a todos.
        
         Es muy grato podernos juntar para hablar de los grupos operativos. Estamos acostumbrados

a hacerlo en grupo pequeño, con los colegas más próximos, pero esto es distinto. Nos mere-

cíamos un espacio así, y probablemente lo necesitábamos.

        Y si el tema a debatir es la formación en grupos, las posibilidades para debatir son aún más

escasas. Se me ocurren dos razones: puede que el tema no sea de interés general. Cuando el pro-

fesional ha finalizado la formación, entra en otros asuntos, se preocupa de otras cuestiones. La

otra razón es porque el tema resulta difícil debido a los múltiples aspectos que entran en juego:

encuadre, metodología, contenidos, influencia y prestigio, también dinero, transferencias y con-

tratransferencias, etc, etc,… Por supuesto que no voy a hablar de todos ellos.

        Mi relato pretende describir el encuadre general de la formación que se realiza en España,

sus distintos momentos o etapas del programa, y el paso de una a otra. Siempre será desde mi

punto de vista y de mi experiencia personal. No pretendo generalizar más allá de donde no

debo. Hay otros colegas en España que también trabajan en este campo y no tienen porque

sentirse representados con mi exposición.

        Decía anteriormente que el tema no era de interés general, pero conviene una matización.

En nuestro enfoque grupal, el método de formación tiene muchas similitudes con el método de

trabajo en otros ámbitos. Tanto en un sitio como en otro existe el grupo, la tarea y la coordina-

ción. Tomado así, mi relato puede tener algo de rescatable para poder pensar en otras situaciones.


        Un poco de mirada atrás… y hacia delante.

La formación que se realiza actualmente en España es algo distinta de la de los inicios. Hay mu-

chas circunstancias que lo atestiguan. Cuando comenzó nuestra formación con Armando Bauleo,

la dictadura de Franco estaba moribunda. Eran tiempos muy agitados. Lo primero era la militan-

cia política. España estaba desértica. No existía casi nada: ni libertades, ni instituciones,…ni si-

quiera existía la psicología como tal. Había que estudiarla como sección de Filosofía y Letras.

Tampoco existía el campo de trabajo para el psicólogo.

De esto hace ahora 30 años. Lo que vino después fueron años de construcción : de libertades, de

democracia, de instituciones,…también hubo que construir la profesión de psicólogo y empezar

a poner las bases de la psicoterapia.

       Ahora tenemos bastantes cosas, aunque nos hubiera también gustado tener otras más desa-

rrolladas e implantadas, como es el caso de los grupos.

Cuando empezó esta construcción, a alguien se le debió de olvidar, antes de irse, asegurar y pro-

tejer un espacio institucional para los grupos. Estos cogieron mucho ímpetu con los inicios de

la democracia de las instituciones y, poco a poco, empezaron a decaer. No hubo nadie, ni político

ni profesional, con poder e influencia, que apostara por ello y evitara este retroceso.

       Esto no impidió que se dieran, en Madrid y en otros lugares, experiencias institucionales,

con afán alternativo y donde el grupo operativo estaba muy presente. Pero no está claro que

estas experiencias hayan supuesto una mayor presencia institucional para los grupos.

       Sin embargo, en los últimos años, se percibe como un nuevo interés por el trabajo grupal.

Nuevos profesionales, urgidos por una demanda creciente de atención de la población, buscan

herramientas para incorporar a su tarea institucional. Y se acercan a los grupos operativos.

       Se vislumbra un panorama interesante para el trabajo con grupos, una nueva posibilidad de

mayor presencia institucional. A ver esta vez como lo articulamos.

       Decía anteriormente que la formación en grupo operativo ha cambiado, no tanto en los en-

cuadres, como en los contenidos y quizás en las dinámicas. Los integrantes acuden de otra for-

ma, están más calmados, tienen las ideas y los conocimientos más claros. Son profesionales que

trabajan en las instituciones y que se presentan con algunos conflictos ya resueltos. Poseen, en

mayor o menor medida, sus esquemas de referencia, aunque deseen modificarlo o ampliarlo. Es

un buen momento para su formación. Hay menos euforia que hace 30 años pero también hay

menos ansiedades confusionales, o por lo menos, se las reconoce mejor.


       El programa de formación.

       Nos referimos a los temas y textos que tienen que estudiar los integrantes del grupo de

formación. El eje de este programa es el concepto de grupo. Como teoría y como técnica. Estu-

diamos el grupo desde distintas ópticas, comenzando con Dinámica de Grupos y Técnicas Gru-

pales, hasta llegar a las tendencias o estilos más radicales en psicoanálisis grupal. La Psicoterapia

de Grupo ocupa un lugar preponderante pues es la disciplina que mejor permite aprender los pro-

cesos grupales en profundidad.

En los inicios del grupo, trabajamos a José Bleger y su  clarificador y sistemático artículo:

“Grupos operativos en la enseñanza”. Sirve para guiar el estudio de la bibliografía posterior, y

sobre todo para empezar a entender la dinámica de trabajo del grupo de formación y del rol de

 coordinador.

Cada poco tiempo, nos salimos de los temas grupales, para adentrarnos, por un lado en temas de

Psicoterapia y, por otro lado, en temas de Psicología Social y Análisis Institucional.

En un segundo acercamiento a los grupos, aparecen los textos de Pichon-Rivière y de Bauleo.

Los estudiamos por separado, a excepción del famoso trabajo titulado: “La noción de tarea en

psiquiatría”. Es un buen artículo para iniciar este segundo bloque sobre grupos. El estudio de

Pichon-Rivière es necesario para la construcción de una perspectiva grupal. Leer sus textos re-

quiere un cierto nivel de maduración grupal. Son muchas las aperturas e integraciones ( de pen-

samientos y de técnicas) que él propone. Resulta difícil de seguir, por eso no es un autor para

los inicios de un grupo. Con Bauleo ocurre algo similar. Sus planteamientos acentúan aún más

la perspectiva grupal. Bauleo aporta, cada cierto tiempo, nuevas reflexiones, muchas de ellas

centradas en la relación grupo e institución y siempre procurando ser un pensador de su tiempo.

También sus textos resultan más pertinentes cuando el grupo lleva un buen trozo de camino

andado.

Y según nos vamos acercando al final del grupo (estamos  ya en el tercer año) trabajamos sobre

encuadres grupales, aspectos metodológicos y técnicos del grupo operativo. La bibliografía es

abundante aunque difícil de clasificar.

El programa tiene además dos espacios reservados y  no planificados a priori. Un espacio es

para autores y pensamientos relativamente recientes y que pueden hacer bien a nuestro ECRO,

como es el caso de los últimos trabajos de Irvin D. Yalom, afamado psicoterapeuta grupal nor-

teamericano (no suelo poner peros a lo que pienso que me va a resultar útil).

El otro espacio reservado, es para temas psicoanalíticos. No se busca el estudio del psicoanálisis.

Estos textos son para ayudar a pensar en cuestiones que no vamos a encontrar fácilmente en los

textos grupales. Estos textos psicoanalíticos varían de un grupo a otro en función de las necesida- 

des concretas de cada grupo. Se realiza una selección muy cuidada de artículos o libros ya que  

además interesa transmitir una imagen de posicionamiento respecto a la relación psicoanálisis –

grupo operativo.

 

Permítanme salirme un poco del relato para intentar expresar mi posición sobre esta relación.

La considero una relación conflictiva y contradictoria y no vislumbro la solución a corto y medio 

plazo.A lo mejor no la tiene. En un cierto sentido, coloco, intelectualmente hablando, al grupo

operativo como una aplicación muy coherente del psicoanálisis a lo social. Lo considero una aspi-

ración que viene de lejos. Pero otras veces percibo una relación de dependencia  con el psicoaná-

lisis que no la valoro creativa ni tampoco terapéutica, inclusive llego a considerar esta depen-

dencia como el principal obstáculo para seguir pensando. Una dependencia que nos libra de sen-

tir y reconocer nuestras lagunas (o pantanos) conceptuales y técnicos. Esperamos del psicoaná-

lisis que cubra nuestros huecos y carencias y así no sentir la debilidad frente al grupo. Utiliza-

mos, en muchas ocasiones, nuestros conocimientos psicoanalíticos con fines defensivos y así

proyectar lejos de nosotros la dificultad.

Realmente, parece un problema de diván, pero debiera ser cada vez más un problema teórico

y técnico.

 

El momento de la información.

Estudiar todos estos contenidos temáticos que he mencionado, durante 3 – 4 años, puede resultar

algo áspero y arduo, a no ser que se posea una poderosa razón y estímulo para ello. Estas razo-

nes y estímulos que, al comienzo del grupo, venían del afuera, poco a poco van surgiendo del

propio grupo de formación, de la experiencia grupal que se va realizando. Es el funcionamiento

grupal, con sus dinámicas y conflictos, lo que va suscitando la curiosidad, movilizando afectos y

Pensamientos. Los textos aparecen como uno de los caminos de elaboración de estas cuestiones.

Pero no sólo es importante el estudio. También lo es la exposición al grupo de lo estudiado. Me

refiero a lo que solemos llamar “el momento de la información”.

Le corresponde al coordinador ocuparse de que ese momento de información tenga cierta

tensión, que no sea una especie de formalidad. Y eso lo hace poniendo su empeño en la selección  

de textos, en explicar el porqué de esa selección, y en ayudar al grupo a sacar buen provecho de

ello.

El momento inicial de la información es muy importante. Hay que cuidarlo. No es sólo el

“arranque” de la sesión. Utilizando una metáfora alimenticia, podríamos decir que este momento

es de arranque, parada y fonda…luego vendrá la digestión. Y como momento importante que es,

abarca la primera hora de grupo. Posteriormente, y después de un descanso, el grupo dispone de

más del doble de ese tiempo para realizar su trabajo.

Esta es una de las variaciones más significativas respecto a los encuadres de los primeros grupos

de formación realizados,  en que la información ocupaba los 15 o 20 primeros minutos de la se-

sión, dando paso inmediatamente al trabajo grupal, en sentido estricto.

Es un momento donde se pone en juego lo estudiado, la forma de exposición, las preguntas, acla-

raciones. Es un espacio guiado por el informante a través de su exposición, pero donde todos par-

ticipan, incluido el coordinador, que goza de una amplia libertad para intervenir, preguntando,

aclarando o ampliando.

Cuanta más importancia se dé a ese momento, más estímulo tendrá el grupo para el estudio y

para preparar la exposición. El trabajo posterior de la sesión también se verá beneficiado.

¿Qué coordinador de grupo de formación no se habrá preguntado cuántas horas o trozos de

 sesión han sido tortuosos, cuántos silencios han sido mudos, por una mala elección del

 texto, por una pésima exposición o por un  deficiente o nulo estudio?

 

El final del grupo y la gestión de la soledad.

El final del grupo marca una etapa en la formación, pero no es el final de esta. Para algunos sí,

los que buscaban básicamente la experiencia personal – grupal. Los que mantienen la idea de

coordinar grupos, no tienen aquí el final de su trayecto.

Es un error hacer equivalente grupo de formación y formación para coordinar grupos. Sería un

trabajo a medias. La formación se alarga hasta el momento en que uno se enfrenta al grupo y es

capaz de sacar la tarea adelante. Sin ese momento, el aspirante a coordinador queda con un

aprendizaje “obturado” y limitadas las posibilidades de desarrollo de lo aprendido. Esta etapa es

más compleja que la anterior. Está menos programada y encuadrada. Intentaré describirla.

 

El grupo de formación ha finalizado. Quedan vínculos, encuentros, cenas,…pero eso no evita un

proceso de duelo, que también es de reposo (grupal).

El integrante(debería decir “ex” pero no sería correcto) se va encontrando solo, va diluyén-

dose esa pertenencia, ese marco de seguridad. Se debilita el apoyo de los otros, al desaparecer

ese espacio en que se podrían perdonar los errores porque “estamos en la misma”.

Vuelve a su equipo de trabajo, quizás algo transformado y con algunas ideas nuevas. Ya le han

insistido en el grupo de formación que los grupos conviene que tengan una coordinación y una

observación. Tiene que ponerse, pues, a la búsqueda del compañero-a. ¿ en base a qué elegir?

¿afinidades teóricas, afectivas, interés del otro por el grupo…? Caben variadas opciones, de las

que luego habrá que hacer balance y sacar consecuencias.

(Los movimientos en la búsqueda de compañero y de proyecto a veces resultan algo revoluciona-

rios en el seno del equipo, acostumbrado a que cada profesional se haga cargo de lo suyo).

Elegido el compañero, el proyecto empieza a tener más forma. Se diseña el encuadre y se

empieza a buscar fechas y bloquear agendas para el inicio del grupo. La idea ya está en marcha.

Tarde o temprano se llevará a la práctica. Será al primer intento, al segundo,…; quién sabe. No

está escrito cuánto tiempo es necesario para dar ese paso.

Se cumple así una segunda etapa en la formación. Es una etapa “privada” y solitaria (no hay gru

po). Es una etapa muy importante. Hay duelo, soledad y toma de decisión. Por eso es recomen-

dable que en esta etapa no se inicien inmediatamente otras actividades, del tipo de iniciar otra

formación o una psicoterapia. Puede tergiversarse lo aprendido.

 

Final de la formación. La supervisión.

El encuentro con el grupo nuevo, el estreno o “reestreno” en el rol de coordinador suele de-

sembocar en la petición de supervisión.

Las opciones pueden ser supervisión individual o del equipo coordinador y supervisión grupal.

Cada una tiene sus ventajas e inconvenientes. La supervisión grupal alarga el proceso de forma-

ción pero enriquece la caja de herramientas. También en esta etapa cabría una recomendación:

siempre que se pueda, siempre que fuera posible, el responsable de la supervisión no debería ser

el mismo que ha coordinado el grupo de formación, así el aspirante tendrá más elementos para

mejor construir su estilo de coordinar.

 

El modelo y los apoyos.

Las cuestiones que he expuesto configuran lo que entiendo que es el modelo de formación en 

grupo operativo. Es el modelo insertado en España. Es en el que nos hemos formado y es el que

aplicamos. Empecé a trabajar con él hace 22 años en la ciudad de Zaragoza. Pocas variaciones se 

han realizado desde entonces. He comentado algunas.

Es un modelo que ofrece resultados y da satisfacciones, por lo cual no está en el horizonte la

perspectiva de cambiarlo en el sentido de ampliarlo y complejizarlo.

Es un modelo más artesanal que institucional. Aprendo mucho con él. Por eso, para finalizar,

quiero agradecer a mucha gente lo conseguido. Armando Bauleo me enseñó a coordinar y

me impulsó a enseñar. Diego Vico me ha acompañado y honrado con su participación como

observador en varios de estos grupos de formación. Con él he aprendido un estilo muy intere-

sante y efectivo de hacer lectura de emergentes. Antonio Tarí y Federico Suárez siempre me han

transmitido su confianza y apoyo en esta tarea. Y por supuesto al resto de la gente del grupo de

 trabajo de la Asociación y de la revista Área 3, Yolanda incluida.

Y aunque suene a retórica, no habría realizado este trayecto si los integrantes de todos esos gru-

pos no se hubieran arriesgado a que les coordinara. Ellos son lo más importante para mí en toda

esta historia. Muchas gracias, buenos días y buena suerte.


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